Documenta Catholica Omnia
Non nobis, Domine, non nobis, sed nomini tuo da gloriam
Index Verborum: suave
Juan de la Cruz (1542-1591) Avisos |
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Juan de la Cruz (1542-1591) Avisos a un Religioso para Alcanzar la Perfecion |
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§ 6 | Y para obrar fuertemente y con esta constancia y salir presto a luz con las virtudes, tenga siempre cuidado de inclinarse más a lo dificultoso que a lo fácil, a lo áspero que a lo suave, y a lo penoso de la obra y desabrido que a lo sabroso y gustoso de ella, y no andar escogiendo lo que es menos cruz, pues es carga liviana (Mt. 11, 30 ); y cuanto más carga, más leve es, llevada por Dios. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Avisos copiados por Magdalena del Espiritu Santo |
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Juan de la Cruz (1542-1591) Avisos por la Madre Maria de Jesus |
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Juan de la Cruz (1542-1591) Avisos procedentes de Antequera |
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Juan de la Cruz (1542-1591) Avisos recogidos por la edicion de Gerona |
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§ 9 | Amado mío, todo lo áspero y trabajoso quiero para mí, y todo lo suave y sabroso quiero para ti . |
Juan de la Cruz (1542-1591) Cantico Espiritual A |
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§ 12.5 | Y estos sentimientos tienen en estas visitas los que no han aún llegado a estado de perfección, sino que van camino en estado de aprovechados, porque los que han llegado, ya tienen toda la comunicación hecha en paz y suave amor, y cesan estos arrobamientos, que eran comunicaciones que disponían para la total comunicación. |
§ 13.7 | Los valles solitarios son quietos, amenos, frescos, umbrosos, de dulces aguas llenos, y en la variedad de sus arboledas y suave canto de aves hacen gran recreación y deleite al sentido, dan refrigerio y descanso en su soledad y silencio. |
§ 13.11 | Y porque no se entienda que esta voz, por ser tan grande, era penosa y áspera, añade luego diciendo que esta misma voz era tan suave que erat sicut citharoedorum citharizantium in citharis suis, que quiere decir: Era como de muchos tañedores que citarizaban en sus citaras. |
§ 13.18 | Y llámale aquí susurro, porque es muy suave la tal comunicación, así como allí la llama aires amorosos el alma, porque amorosamente se comunica. |
§ 13.28 | Y porque estas tres cosas causa el Amado al alma en esta suave comunicación, le llama ella aquí la cena que recrea y enamora. |
§ 15.6 | Este adobado vino es otra merced muy mayor que Dios algunas veces hace a las almas aprovechadas, en que las embriaga en el Espíritu Santo con un vino de amor suave, sabroso y esforzoso, por lo cual le llama vino adobado; porque así como el vino adobado está cocido con muchas y diversas especias olorosas y esforzosas, así este amor, que es el que Dios da a los ya perfectos, está ya cocido y asentado en sus almas, y adobado con las virtudes que ya el alma tiene ganadas; el cual, con estas preciosas especias adobado, tal esfuerzo y abundancia de suave embriaguez pone en el alma en las visitas que Dios la hace, que con grande eficacia y fuerza la hace enviar a Dios aquellas emisiones o enviamientos de alabar, amar y reverenciar, etc., que aquí decimos, y esto con admirables deseos de hacer y padecer por él. |
§ 15.6 | Este adobado vino es otra merced muy mayor que Dios algunas veces hace a las almas aprovechadas, en que las embriaga en el Espíritu Santo con un vino de amor suave, sabroso y esforzoso, por lo cual le llama vino adobado; porque así como el vino adobado está cocido con muchas y diversas especias olorosas y esforzosas, así este amor, que es el que Dios da a los ya perfectos, está ya cocido y asentado en sus almas, y adobado con las virtudes que ya el alma tiene ganadas; el cual, con estas preciosas especias adobado, tal esfuerzo y abundancia de suave embriaguez pone en el alma en las visitas que Dios la hace, que con grande eficacia y fuerza la hace enviar a Dios aquellas emisiones o enviamientos de alabar, amar y reverenciar, etc., que aquí decimos, y esto con admirables deseos de hacer y padecer por él. |
§ 15.7 | Y es de saber que esta merced de la suave embriaguez no pasa tan presto como la centella, porque es más de asiento; porque la centella toca y pasa, mas dura algo su efecto, y algunas veces harto; mas el vino adobado suele durar ello y su efecto harto tiempo (lo cual es, como digo, suave amor en el alma) y algunas veces un día o dos días; otras, hartos días; aunque no siempre en un grado de intensión, porque afloja y crece, sin estar en mano del alma, porque algunas veces, sin hacer nada de su parte, siente el alma en la íntima sustancia irse suavemente embriagando su espíritu e inflamando de este divino vino, según aquello que dice David (Sal. 38, 4), diciendo: Concaluit cor meum intra me, et in meditatione mea exardescet ignis, que quiere decir: Mi corazón se calentó dentro de mí, y en mi meditación se encenderá fuego. |
§ 15.7 | Y es de saber que esta merced de la suave embriaguez no pasa tan presto como la centella, porque es más de asiento; porque la centella toca y pasa, mas dura algo su efecto, y algunas veces harto; mas el vino adobado suele durar ello y su efecto harto tiempo (lo cual es, como digo, suave amor en el alma) y algunas veces un día o dos días; otras, hartos días; aunque no siempre en un grado de intensión, porque afloja y crece, sin estar en mano del alma, porque algunas veces, sin hacer nada de su parte, siente el alma en la íntima sustancia irse suavemente embriagando su espíritu e inflamando de este divino vino, según aquello que dice David (Sal. 38, 4), diciendo: Concaluit cor meum intra me, et in meditatione mea exardescet ignis, que quiere decir: Mi corazón se calentó dentro de mí, y en mi meditación se encenderá fuego. |
§ 15.8 | El vino añejo tiene ya digerida la hez y asentada, y así ya no tiene aquellos hervores de nuevo por de fuera; échase ya de ver la bondad del vino, y está ya muy seguro de malear, porque se le acabaron ya aquellos fervores y furias de la hez que le podían estragar, y así, el vino bien cocido por maravilla malea y se pierde; tiene el sabor suave, y la fuerza en la sustancia del vino, no ya en el gusto; y así la bebida de él hace buena disposición y da fuerza al sujeto. |
§ 17.4 | En aquella bebida de Dios suave, en que, como habemos dicho, se embebe el alma en Dios, muy voluntariamente y con grande suavidad se entrega el alma a Dios toda, queriendo ser toda suya y no tener cosa en sí ajena de él para siempre, causando Dios en ella en la dicha unión la pureza y perfección que para esto es menester; que, por cuanto él la transforma en sí, hácela toda suya y evacua en ella todo lo que tenía ajeno de Dios. |
§ 18.9 | 9. ¡Dichosa vida y dichoso estado y dichosa el alma que a él llega, donde todo le es ya sustancia de amor y regalo y deleite de desposorio, en que de veras puede la esposa decir al divino Esposo aquellas palabras que de puro amor le dice en los Cantares (Ct 7, 13), diciendo: Omnia poma, nova et vetera, servavi tibi, que es como si dijera: Amado mío, todo lo áspero y trabajoso quiero por ti, y todo lo suave y sabroso quiero para ti! |
§ 25.5 | Y entonces es cosa admirable de ver y suave de sentir las riquezas de los dones que se descubren al alma y la hermosura de estas flores de virtudes, ya todas abiertas y darle cada una de sí el olor de suavidad que le pertenece. |
§ 25.8 | Y por ser esto tan necesario y de tanto bien y gloria para el ánima, la esposa lo deseó en los Cantares (Ct 4, 16) y lo pidió, diciendo: Surge, aquilo; et veni, auster, perfla hortum meum, et fluent aromata illius; y es todo lo que habemos dicho en esta canción hasta aquí, y quiere decir: Levántate, cierzo, y vete; y tú, ábrego, viento suave y provechoso, ven y corre y aspira por mi huerto; y correrán sus olorosas y preciosas especias. |
§ 26.3 | Y es como si dijera: transformado se ha en su Dios, que es el que aquí llama huerto ameno, por el deleitoso y suave asiento que halla el alma en él. |
§ 26.3 | A este huerto de llena transformación (el cual es ya gozo y deleite y gloria de matrimonio espiritual) no se viene sin pasar primero por el desposorio espiritual y por el amor leal y común de desposados; porque, después de haber sido el alma algún tiempo esposa en entero y suave amor con el Hijo de Dios, después la llama Dios y la mete en este huerto suyo florido a consumar este estado felicisímo del matrimonio consigo, en que se hace tal junta de las dos naturalezas y tal comunicación de la divina a la humana, que, no mudando alguna de ellas su ser, cada una parece Dios, aunque en esta vida no puede ser perfectamente, aunque es sobre todo lo que se puede decir y pensar. |
§ 28.6 | Y llama veladores a estos temores, porque de suyo hacen velar y recordar al alma de su suave sueño interior; y también porque los demonios, que los causan, están siempre velando por ponerlos estos temores que pasivamente de parte de Dios, o del demonio, como he dicho, se ingieren en el espíritu de los que son ya espirituales. |
§ 36.1 | La primera es el aspirar del aire, que es el amor que habemos dicho, que es lo que principalmente pretende; la segunda es el canto de la filomena, que es la jubilación en alabanza de Dios; la tercera es el soto y su donaire, que es el conocimiento de las criaturas y el orden de ellas; la cuarta es pura y subida contemplación; y la quinta, que es llama que consume y no da pena, casi se encierra en la primera, porque es llama de suave transformación de amor en la posesión de todas estas cosas. |
§ 36.11 | Y así, esta llama es ya amor suave, porque en la transformación del alma en ella hay conformidad y satisfacción de ambas partes, y, por tanto, no da pena de variedad de más o menos, como hacía antes que el alma llegase a la capacidad de este perfecto amor. |
§ 36.11 | Las cuales propiedades de oscuridad, humear y respendar, ordinariamente tiene el alma con alguna pena y fatiga acerca del amor de Dios, hasta que llegue a tal grado de perfección de amor, que la posea el fuego de amor llena y cumplida y suavemente, sin pena de humo y de pasiones y accidentes naturales, pero transformada en llama suave, que la consumió acerca de todo eso y la mudó en Dios, en que sus movimientos y acciones son ya divinas. |
§ 36.12 | En esta llama quiere la esposa que la dé el Esposo como habemos dicho, todas las cosas que ella pretende, porque no las quiere poseer ni estimar ni gozar sin perfecto y suave amor de Dios. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Cantico espiritual B |
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§ 13.6 | Y estos sentimientos tienen en estas visitas los que no han aún llegado a estado de perfección, sino que van camino en estado de aprovechados; porque los que han llegado ya tienen toda la comunicación hecha en paz y suave amor, y cesan estos arrobamientos, que eran comunicaciones y disposición para la total comunicación. |
§ 14.7 | Los valles solitarios son quietos, amenos, frescos, umbrosos, de dulces aguas llenos, y en la variedad de sus arboledas y suave canto de aves hacen gran recreación y deleite al sentido, dan refrigerio y descanso en su soledad y silencio. |
§ 14.11 | Y porque no se entienda que esta voz, por ser tan grande, era penosa y áspera, añade luego (Ap. 14, 2), diciendo que esta misma voz era tan suave, que erat sicut citharoedorum citharizantium in citharis suis, que quiere decir: Era como de muchos tañedores que citarizaban en sus cítaras. |
§ 14.18 | Y llámale aquí susurro, porque es muy suave la tal comunicación, así como allí la llama aires amorosos el alma, porque amorosamente se comunica. |
§ 14.28 | Porque estas tres cosas causa el Amado en el alma en esta suave comunicación, le llama ella aquí la cena que recrea y enamora. |
§ 16.6 | Y entonces es cosa admirable de ver y suave de sentir la riqueza que se descubre al alma de sus dones y la hermosura de estas flores de virtudes ya todas abiertas en el alma. |
§ 19.9 | Y llama veladores a estos temores porque de suyo hacen velar y recordar al alma de su suave sueño interior; y también, porque los demonios que los causan, están siempre velando por ponerlos estos temores, que pasivamente de parte de Dios o del demonio (como he dicho) se ingieren en el espíritu de los que son ya espirituales. |
§ 19.18 | Donde es de saber que ya aquí para el alma no hay puerta cerrada, sino que en su mano está gozar cada y cuando que quiere de este suave sueño de amor, según lo da a entender el Esposo en los Cantares (3, 5), diciendo: Conjúroos, hijas de Jerusalén, por las cabras y los ciervos de los campos, que no recordéis ni hagáis velar a la amada hasta que ella quiera. |
§ 20.5 | Y es como si dijera: transformado se ha en su Dios, que es el que aquí llama huerto ameno, por el deleitoso y suave asiento que halla el alma en él. |
§ 20.5 | A este huerto de llena transformación (el cual es ya gozo y deleite y gloria de matrimonio espiritual) no se viene sin pasar primero por el desposorio espiritual y por el amor leal y común de desposados; porque, después de haber sido el alma algún tiempo Esposa en entero y suave amor con el Hijo de Dios, después la llama Dios y la mete en este huerto florido suyo a consumar este estado felicísimo del matrimonio consigo, en que se hace tal junta de las dos naturalezas y tal comunicación de la divina a la humana, que, no mudando alguna de ellas su ser, cada una parece Dios, aunque en esta vida no puede ser perfectamente; aunque es sobre todo lo que se puede decir y pensar. |
§ 23.7 | Este adobado vino es otra merced muy mayor que Dios algunas veces hace a las almas aprovechadas, en que las embriaga en el Espíritu Santo con un vino de amor suave, sabroso y esforzoso, por lo cual le llama vino adobado; porque, así como el vino adobado está adobado y cocido con muchas y diversas especias olorosas y esforzosas, así este amor, que es el que Dios da a los ya perfectos, está ya cocido y asentado en sus almas y adobado con las virtudes que ya el alma tiene ganadas; el cual, con estas preciosas especias adobado, tal esfuerzo y abundancia de suave embriaguez pone en el alma en las visitas que Dios le hace, que con grande eficacia y fuerza le hace enviar a Dios aquellas emisiones o enviamientos: de alabar, amar y reverenciar, etc., que aquí decimos, y esto con admirables deseos de hacer y padecer por él. |
§ 23.7 | Este adobado vino es otra merced muy mayor que Dios algunas veces hace a las almas aprovechadas, en que las embriaga en el Espíritu Santo con un vino de amor suave, sabroso y esforzoso, por lo cual le llama vino adobado; porque, así como el vino adobado está adobado y cocido con muchas y diversas especias olorosas y esforzosas, así este amor, que es el que Dios da a los ya perfectos, está ya cocido y asentado en sus almas y adobado con las virtudes que ya el alma tiene ganadas; el cual, con estas preciosas especias adobado, tal esfuerzo y abundancia de suave embriaguez pone en el alma en las visitas que Dios le hace, que con grande eficacia y fuerza le hace enviar a Dios aquellas emisiones o enviamientos: de alabar, amar y reverenciar, etc., que aquí decimos, y esto con admirables deseos de hacer y padecer por él. |
§ 23.8 | Y es de saber que esta merced de la suave embriaguez no pasa tan presto como la centella, porque es más de asiento; porque la centella toca y pasa, mas dura algo su efecto y algunas veces harto; mas el vino adobado suele durar ello y su efecto harto tiempo (lo cual es, como digo, suave amor en el alma) y algunas veces un día o dos días; otras, hartos días; aunque no siempre en un grado de intensión, porque afloja y crece, sin estar en mano del alma, porque algunas veces, sin hacer nada de su parte, siente el alma en la íntima sustancia irse suavemente embriagando su espíritu e inflamando de este divino vino, según aquello que dice David (Sal. 38, 4) diciendo: Mi corazón se calentó dentro de mí y en mi meditación se encenderá fuego. |
§ 23.8 | Y es de saber que esta merced de la suave embriaguez no pasa tan presto como la centella, porque es más de asiento; porque la centella toca y pasa, mas dura algo su efecto y algunas veces harto; mas el vino adobado suele durar ello y su efecto harto tiempo (lo cual es, como digo, suave amor en el alma) y algunas veces un día o dos días; otras, hartos días; aunque no siempre en un grado de intensión, porque afloja y crece, sin estar en mano del alma, porque algunas veces, sin hacer nada de su parte, siente el alma en la íntima sustancia irse suavemente embriagando su espíritu e inflamando de este divino vino, según aquello que dice David (Sal. 38, 4) diciendo: Mi corazón se calentó dentro de mí y en mi meditación se encenderá fuego. |
§ 23.9 | El vino añejo tiene ya digerida la hez y asentada, y así ya no tiene aquellos hervores de nuevo por de fuera; échase ya de ver la bondad del vino, y está ya muy seguro de malear, porque se le acabaron ya aquellos hervores y furias que le podían estragar, y así, el vino bien cocido, por maravilla malea y se pierde; tiene el sabor suave y la fuerza en la sustancia del vino, ya no en el gusto; y así, la bebida de él hace buena disposición y da fuerza al sujeto. |
§ 25.6 | En aquella bebida de Dios suave, en que, como habemos dicho, se embebe el alma en Dios, muy voluntariamente y con grande suavidad se entrega el alma a Dios toda, queriendo ser toda suya y no tener cosa en sí ajena de él para siempre, causando Dios en ella en la dicha unión, la pureza y perfección que para esto es menester; que, por cuanto él la transforma en sí, hácela toda suya y evacua en ella todo lo que tenía ajeno de Dios. |
§ 26.9 | 10. ¡Dichosa vida, y dichoso estado, y dichosa el alma que a él llega!, donde todo le es ya sustancia de amor y regalo y deleite de desposorio, en que de veras puede la Esposa decir al divino Esposo aquellas palabras que de puro amor le dice en los Cantares (7, 13), diciendo: Todas las manzanas nuevas y viejas guardé pare ti, que es como si dijera: Amado mío, todo lo áspero y trabajoso quiero por ti y todo lo suave y sabroso para ti. |
§ 37.14 | Porque, para que lo sea, estas dos propiedades ha de tener, conviene a saber: que consume y transforme el alma en Dios y que no dé pena la inflamación y transformación de esta llama en el alma, lo cual no puede ser sino en el estado beatífico, donde ya esta llama es amor suave. |
§ 37.14 | Porque, habiendo llegado a él, está el alma en tan conforme y suave amor con Dios, que, con ser Dios, como dice Moisés (Dt. 4, 24), fuego consumidor, ya no lo sea sino consumador y refeccionador. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Cantico espiritual CA |
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Juan de la Cruz (1542-1591) Cautelas |
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Juan de la Cruz (1542-1591) Dichos de luz y amor |
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§ 3. | Aunque el camino es llano y suave para los hombres de buena voluntad, el que camina caminará poco y con trabajo si no tiene buenos pies y ánimo y porfía animosa en eso mismo. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Epistolario |
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§ 13 | Pues para aniquilar y mortificar estas aficiones de gustos acerca de todo lo que no es Dios, debe Vuestra Reverencia notar que todo aquello de que se puede la voluntad gozar distintamente es lo que es suave y deleitable, por ser ello a su parecer gustoso; y ninguna cosa deleitable y suave en que ella pueda gozar y deleitarse es Dios, porque, como Dios no puede caer debajo de las aprehensiones de las demás potencias, tampoco puede caer debajo de los apetitos y gustos de la voluntad; porque en esta vida, así como el alma no puede gustar a Dios esencialmente, así toda la suavidad y deleite que gustare, por subido que sea, no puede ser Dios; porque también todo lo que la voluntad puede gustar y apetecer distintamente es cuanto lo conoce por tal o tal objeto. |
§ 13 | Pues para aniquilar y mortificar estas aficiones de gustos acerca de todo lo que no es Dios, debe Vuestra Reverencia notar que todo aquello de que se puede la voluntad gozar distintamente es lo que es suave y deleitable, por ser ello a su parecer gustoso; y ninguna cosa deleitable y suave en que ella pueda gozar y deleitarse es Dios, porque, como Dios no puede caer debajo de las aprehensiones de las demás potencias, tampoco puede caer debajo de los apetitos y gustos de la voluntad; porque en esta vida, así como el alma no puede gustar a Dios esencialmente, así toda la suavidad y deleite que gustare, por subido que sea, no puede ser Dios; porque también todo lo que la voluntad puede gustar y apetecer distintamente es cuanto lo conoce por tal o tal objeto. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Grados de Perfecciòn |
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Juan de la Cruz (1542-1591) La Subida del Monte Carmelo |
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§ 2.7.7 | De donde nuestro Señor por san Mateo (11, 30) dijo: Mi yugo es suave y mi carga ligera, la cual es la cruz. |
§ 2.11.1 | También en el gusto acaece sentir muy suave sabor, y en el tacto grande deleite, y a veces tanto, que parece que todas las médulas y huesos gozan y florecen y se bañan en deleite; cual suele ser la que llaman unción del espíritu, que procede de él a los miembros de las limpias almas. |
§ 2.23.3 | Pero, porque estas aprehensiones se representan al alma al modo que a los demás sentidos, de aquí es que, hablando propia y específicamente, a lo que recibe el entendimiento a modo de ver (porque puede ver las cosas espiritualmente así como los ojos corporalmente) llamamos "visión"; y a lo que recibe como aprehendiendo y entendiendo cosas nuevas, así como el oído oyendo cosas no oídas, llamamos "revelación"; y a lo que recibe a manera de oír, llamamos "locución"; y a lo que recibe a modo de los demás sentidos, como es la inteligencia de suave olor espiritual, y de sabor espiritual, y deleite espiritual que el alma puede gustar sobrenaturalmente, llamamos "sentimientos espirituales". |
§ 2.24.3 | Mas estas visiones tan sustanciales, como la de san Pablo y Moisés y nuestro Padre Elías cuando cubrió su rostro al silbo suave de Dios (3 Re. 19, 1113), aunque son por vía de paso, rarísimas veces acaecen y casi nunca y a muy pocos, porque lo hace Dios en aquellos que son muy fuertes del espíritu de la Iglesia y ley de Dios, como fueron los tres arriba nombrados. |
§ 2.24.7 | Ni las formas de éstas se quedan impresas en el alma con aquella claridad suave que las otras, ni duran, antes se raen luego del alma, salvo si el alma las estima mucho, que, entonces, la propia estimación hace que se acuerde de ellas naturalmente; mas es muy secamente y sin hacer aquel efecto de amor y humildad que las buenas causan cuando se acuerdan de ellas. |
§ 3.24.2 | De manera que ni el ojo le puede ver ni cosa que se parezca a él, ni el oído puede oír su voz ni sonido que se le parezca, ni el olfato puede oler olor tan suave, ni el gusto alcanza sabor tan subido y sabroso, ni el tacto puede sentir toque tan delicado y tan deleitable ni cosa semejante; ni puede caer en pensamiento ni imaginación su forma, ni figura alguna que le represente, diciéndolo Isaías (64, 4; 1 Cor. 2, 9) así: Que ni ojo le vio, ni oído le oyó, ni cayó en corazón de hombre. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Llama de Amor Viva A |
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§ 0 | Canción 2. ¡Oh cauterio suave! |
§ 1 | 2. ¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado, que a vida eterna sabe y toda deuda paga! Matando, muerte en vida las has trocado. |
§ 1.1.1 | Y como ve que aquella llama delicada de amor que en ella arde, cada vez que la está embistiendo, la está como glorificando con suave y fuerte gloria, tanto que, cada vez que la absorbe y embiste, le parece que le va a dar la vida eterna, y que va a romper la tela de la vida mortal, y que falta muy poco, y que por eso poco no acaba de ser glorificada esencialmente, dice con gran deseo a la llama, que es el Espíritu Santo, que rompa ya la vida mortal por aquel dulce encuentro, en que de veras la acabe de comunicar lo que cada vez parece que la va a dar y cuando la encuentra, que es glorificarla entera y perfectamente. |
§ 1.1.3 | Esta llama de amor es el espíritu de su Esposo, que es el Espíritu Santo, el cual siente ya el alma en sí, no sólo, como fuego que la tiene consumida y transformada en suave amor, sino como fuego que, demás de eso, arde en ella y echa llama, como dije; y aquella llama baña al alma en gloria y la refresca en temple de vida divina. |
§ 1.1.14 | Porque esta alma, estando ya tan en gloria suave, y la alma que goza de la sola y común unión de amor, son en cierta manera comparadas al fuego de Dios, que dice Isaías (31, 9) que está en Sión, que significa la Iglesia militante; y al horno de Dios que estaba en Jerusalén, que significa visión de paz. |
§ 1.1.15 | La cual, por ser tan suave, dice el alma luego: |
§ 1.1.15 | es a saber pues ya no afliges ni aprietas ni fatigas como antes hacías; porque conviene saber que esta llama, cuando el alma estaba en estado de purgación espiritual que es cuando va entrando en contemplación no le era tan amigable y suave como ahora lo es en este estado de unión. |
§ 1.1.16 | Porque en esta disposición de purgación no le es esta llama clara sino oscura; ni le es suave sino penosa que aunque algunas veces pega calor de amor es con tormento y aprieto; y no le es deleitable sino seca; ni le es reficionadora y pacífica sino consumidora y argüidora ni le es gloriosa sino antes la pone miserable y amarga en luz espiritual que la da de propio conocimiento enviando Dios fuego, como dice Jeremías (Lm. 1, 13) en sus huesos y examinándola en fuego como dice también David (Sal. 16, 3). |
§ 1.1.19 | De esta manera le era antes esquiva, y de esta manera suele ser el sumo padecer en la sustancia y potencias del alma, en aprietos y angustia grande, peleando allí unos contrarios contra otros en un sujeto paciente: Dios, que es todas las perfecciones, contra todos los hábitos imperfectos del alma, y curtiendo en ardores al alma, para que, desarraigándolos de ella y disponiéndola entre él en ella y se una con ella por amor suave, pacífico y glorioso así como el fuego cuando ha entrado en el madero. |
§ 1.1.21 | Basta saber ahora que el mismo Dios, que quiere entrar en el alma por unión y transformación de amor, es el que antes está embistiendo en ella y purgándola con la luz y calor de su divina llama; así como el mismo fuego que entra en el madero es el que le dispone antes que entre; y así la misma que ahora le es suave, le era antes esquiva. |
§ 1.1.22 | Que, aunque es verdad que en este estado tan alto está el alma tanto más conforme cuanto más transformada, porque para sí ninguna cosa sabe, ni acierta a pedir, sino todo para su Amado, porque la caridad no pretende sus cosas (1 Cor. 13, 5), sino las del amado todavía, porque aún vive en esperanza, en que no se puede dejar de sentir vacío, tiene tanto de gemido, aunque suave y regalado, cuanto le falta para la acabada posesión de la adopción de hijo de Dios, donde consumándose su gloria se quietará su apetito. |
§ 1.1.23 | Todas estas cosas siente el alma distintísimamente que la está diciendo el Espíritu Santo en aquel suave y tierno llamear. |
§ 1.1.24 | Y así, la muerte de las semejantes almas siempre es más suave y dulce, más que les fue toda la vida; porque mueren con ímpetus y encuentros sabrosos de amor, como el cisne que canta más dulcemente cuando se quiere morir y se muere. |
§ 2 | ¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado, que a vida eterna sabe, y toda deuda paga! Matando, muerte en vida la has trocado. |
§ 2.1.1 | ¡Oh cauterio suave! |
§ 2.1.3 | Porque en estas comunicaciones, como su fin es engrandecer al alma, no la aprieta, sino ensánchala; no la fatiga, sino deléitala y clarifícala y enriquécela; que por eso le llama suave. |
§ 2.1.5 | Siendo, pues, este cauterio tan suave como aquí se ha dado a entender, ¡cuán regalada creeremos que será la que de tal fuego fuere tocada! Que, queriéndolo decir el alma, no lo dice, sino quédase con el encarecimiento y estimación por este término "¡oh!", diciendo: |
§ 2.1.15 | 15. ¡Oh mano, que, siendo tú tan generosa cuanto poderosa y rica, rica y poderosamente me das las dádivas! ¡Oh mano blanda, tanto más blanda para esta alma, asentándola blandamente, cuanto si asentases algo pesadamente hundiría todo el mundo; pues de sólo tu mirar la tierra se estremece (Sal. 103, 32), y las gentes se desatan y los montes se desmenuzan! (Hab. 3, 6). ¡Oh, pues, otra vez blanda mano, pues así como fuiste dura y rigurosa para Job (19, 21), porque le tocaste tan mala vez ásperamente, asentando tú sobre mi alma muy asiento amigable y suave que fuiste para él dura, cuanto más de asiento me tocas con amor dulce que a él le tocaste con rigor! Porque tú matas y tú das vida, y no hay quien huya de tu mano (Dt. 32, 39). |
§ 2.1.31 | ¡Oh, pues, cauterio de fuego, que abrasas infinitamente sobre todos los fuegos; y cuanto más me abrasas más suave me eres! Y ¡oh regalada llaga, más regalada salud para mí que todas las saludes y deleites del mundo! Y ¡oh mano blanda, infinitamente sobre todas las blanduras blanda, tanto para mí más blanda, cuanto más asientas y aprietas! Y ¡oh toque delicado, cuya delicadeza es más sutil y más curiosa que todas las sutilezas y hermosuras de las criaturas con infinito exceso, y más dulce y sabroso que la miel y que el panal, pues que sabes a vida eterna, que tanto me la das a gustar cuanto más íntimamente me tocas, y más precioso infinitamente que el oro y las piedras preciosas, pues pagas deudas que con todo el resto no se pagaran, porque tú vuelves la muerte en vida admirablemente! |
§ 3.1.8 | 8. ¡Oh admirable cosa, que a este tiempo está el alma rebosando aguas divinas, que en ella él las revertía como una abundosa fuente que por todas partes rebosa aguas! Porque aunque es verdad que esta comunicación es luz y fuego de estas lámparas de Dios, es este fuego aquí, como habemos dicho, tan suave, que, con ser fuego inmenso, es como aguas de vida que hartan la sed del espíritu con el ímpetu que desea. |
§ 3.1.8 | Y así, este espíritu de Dios, en cuanto está escondido en las venas del alma, está como agua suave y deleitable, hartando la sed del espíritu en la sustancia del alma; y en cuanto se ejercita en sacrificio de amar, es llamas vivas de fuego, que son las lámparas del acto de la dilección que decíamos que dice el Esposo en los Cantares (8, 6), diciendo: Sus lámparas son lámparas de fuego y de llamas. |
§ 3.1.34 | Pon el alma en libertad de paz, y sácala del yugo y servidumbre de su operación, que es el cautiverio de Egipto, que todo es poco más que juntar pajas para cocer tierra, y llévala a la tierra de promisión que mana leche y miel (Ex.1,14). ¡Oh maestro espiritual!, mira que a esa libertad y ociosidad santa de hijos la llama Dios al desierto, en que ande vestida de fiesta y con joyas de oro y plata, habiendo ya despojado a Egipto y tomádoles sus riquezas (Ex. 12, 3536), y no sólo eso, sino aun ahogádoles (Ex. 14, 2728) en la mar de la contemplación, donde el gitano del sentido no halla pie ni arrimo y deja libre al hijo de Dios, que es el espíritu salido de los límites y quicios angostos de la operación natural, que es su bajo entender, su tosco sentir, su pobre gustar, para que Dios le dé el suave maná (Ex. 16, 14ss), cuyo sabor, aunque tiene todos esos sabores y gustos en que tú quieres traer trabajando el alma, con todo eso, por ser tan delicado que se deshace en la boca, no se sentirá si otro gusto u otra cosa quisiere sentir, porque no le recibirá. |
§ 3.1.34 | Procura desarrimar al alma de todas las codicias de jugos, gustos y meditaciones, y no la desquietes con cuidado y solicitud alguna de arriba y menos de abajo, poniéndola en toda enajenación y soledad posible; porque, cuanto más esto alcanzare y más presto llagare a esta ociosa tranquilidad, con tanta más abundancia se le va infundiendo el espíritu de la divina sabiduría, amoroso, tranquilo, solitario, pacífico, suave, robador del espíritu, sintiéndose a veces robado y llagado serena y blandamente, sin saber de quién, ni de dónde, ni cómo, porque se comunicó sin operación propia. |
§ 3.1.35 | A lo menos lo que de presente el alma podrá alcanzar asentir, es un enajenamiento y extrañez, unas veces más que otras, acerca de todas las cosas, con respiro suave del amor y vida del espíritu y con inclinación a soledad y tedio en las criaturas y el siglo; porque como se gusta el espíritu, desabrido es todo lo que es de carne. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Llama de Amor Viva B |
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§ 0 | Canción 2- ¡Oh cauterio suave! |
§ 0 | 2. ¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado, que a vida eterna sabe y toda deuda paga! Matando, muerte en vida las has trocado. |
§ 0 | Y como ve que aquella llama delicada de amor, que en ella arde, cada vez que la está embistiendo, la está como glorificando con suave y fuerte gloria, tanto que, cada vez que la absorbe y embiste, le parece que le va a dar la vida eterna, y que va a romper la tela de la vida mortal, y que falta muy poco, y que por esto poco no acaba de ser glorificada esencialmente, dice con gran deseo a la llama, que es el Espíritu Santo, que rompa ya la vida mortal por aquel dulce encuentro, en que de veras la acabe de comunicar lo que cada vez parece que la va a dar cuando la encuentra, que es glorificarla entera y perfectamente. |
§ 0 | Esta llama de amor es el espíritu de su Esposo, que es el Espíritu Santo, al cual siente ya el alma en sí, no sólo como fuego que la tiene consumida y transformada en suave amor, sino como fuego que, demás de eso, arde en ella y echa llama, como dije; y aquella llama, cada vez que llamea, baña al alma en gloria y la refresca en temple de vida divina. |
§ 0 | Que por cuanto el alma, según su sustancia y potencias, memoria, entendimiento y voluntad, está bien purgada, la sustancia divina, que, como dice el Sabio (Sab. 7, 24), toca en todas las partes por su limpieza, profunda y sutil y subidamente con su divina llama la absorbe en sí, y en aquel absorbimiento del alma en la sabiduría, el Espíritu Santo, ejercita los vibramientos gloriosos de su llama, que, por ser tan suave, dice el alma luego: |
§ 0 | Es a saber, pues ya no afliges, ni aprietas, ni fatigas como antes hacías; porque conviene saber que esta llama de Dios, cuando el alma estaba en estado de purgación espiritual, que es cuando va entrando en contemplación, no le era tan amigable y suave como ahora lo es en este estado de unión. |
§ 0 | Porque en esta disposición de purgación no le es esta llama clara, sino oscura, que, si alguna luz le da, es para ver sólo y sentir sus miserias y defectos; ni le es suave, sino penosa, porque, aunque algunas veces le pega calor de amor, es con tormento y aprieto; y no le es deleitable, sino seca, porque, aunque alguna vez por su benignidad le da algún gusto para esforzarla y animarla, antes y después que acaece, lo lasta y paga todo con otro tanto trabajo; ni le es reficionadora y pacífica, sino consumidora y argüidora, haciéndola desfallecer y penar en el conocimiento propio; y así, no le es gloriosa, porque antes la pone miserable y amarga en luz espiritual que le da de propio conocimiento, enviando Dios fuego, como dice Jeremías (Lm. 1, 13), en sus huesos, y enseñándola, y como también dice David (Sal. 16, 3), examinándola en fuego. |
§ 0 | Así, la misma que ahora le es suave, estando dentro embestida en ella, le era antes esquiva, estando fuera embistiendo en ella. |
§ 0 | Porque ésta es la que pide el alma, que, aunque es verdad que en este estado tan alto está el alma tanto más conforme y satisfecha cuanto más transformada en amor y para sí ninguna cosa sabe, ni acierta a pedir, sino para su Amado, pues la caridad, como dice san Pablo (1 Cor. 13, 5), no pretende para sí sus cosas, sino para el Amado; porque vive en esperanza todavía, en que no se puede dejar de sentir vacío, tiene tanto de gemido, aunque suave y regalado, cuanto le falta para la acabada posesión de la adopción de hijos de Dios, donde, consumándose su gloria, se quietara su apetito. |
§ 0 | Y por eso, este apetito y la petición de él no es aquí con pena, que no está aquí capaz el alma de tenerla, sino con deseo suave y deleitable, pidiendo la conformidad de su espíritu y sentido. |
§ 0 | Todas estas cosas siente el alma y las entiende distintísimamente en subido sentido de gloria, que la está mostrando el Espíritu Santo en aquel suave y tierno llamear, con gana de entrarle en aquella gloria. |
§ 0 | Y así, la muerte de semejantes almas es muy suave y muy dulce, más que les fue la vida espiritual toda su vida; pues que mueren con más subidos ímpetus y encuentros sabrosos de amor, siendo ellas como el cisne, que canta más suavemente cuando se muere. |
§ 0 | ¡Oh cauterio suave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado, que a vida eterna sabe, y toda deuda paga! Matando, muerte en vida la has trocado. |
§ 0 | La primera es llaga regalada, y ésta atribuye al Espíritu Santo; y por eso le llama cauterio suave. |
§ 0 | ¡Oh cauterio suave! |
§ 0 | Porque en estas comunicaciones, como el fin de Dios es engrandecer al alma, no la fatiga y aprieta, sino ensánchala y deléitala; no la oscurece ni enceniza como el fuego hace al carbón, sino clarifícala y enriquécela, que por eso le dice ella cauterio suave. |
§ 0 | Siendo, pues, este cauterio tan suave como aquí se ha dado a entender, ¡cuán regalada creeremos que estará el alma que de él fuere tocada! Que, queriéndolo ella decir, no lo dice, sino quédase con la estimación en el corazón y el encarecimiento en la boca por este término, "oh" diciendo: |
§ 0 | Y, como el cauterio era suave, según ha dicho, la llaga, según razón, ha de ser conforme el cauterio. |
§ 0 | Y así llaga de cauterio suave será llaga regalada, porque, siendo el cauterio de amor, ella será llaga de amor suave, y así será regalada suavemente. |
§ 0 | Y así llaga de cauterio suave será llaga regalada, porque, siendo el cauterio de amor, ella será llaga de amor suave, y así será regalada suavemente. |
§ 0 | La cual habemos de entender que, pues es tan generosa y dadivosa cuanto poderosa y rica, ricas y poderosas dádivas da al alma, cuando se abre para hacerla mercedes; y así llámala mano blanda, que es como si dijera: ¡Oh mano tanto más blanda para esta mi alma, que tocas asentando blandamente, cuanto si asentases algo pesada hundirías todo el mundo, pues de tu solo mirar la tierra se estremece (Sal. 103, 32) las gentes se desatan y desfallecen y los montes se desmenuzan! (Hab. 3, 6). ¡Oh, pues, otra vez grande mano, pues así como fuiste dura y rigurosa para Job (19, 21), tocándole tan mala vez ásperamente, para mí eres tanto más amigable y suave que a él fuiste dura, cuanto más amigable y graciosa y blandamente de asiento tocas en mi alma! Porque tú haces morir y tú haces vivir, y no hay quien rehuya de tu mano (Dt. 32, 39). |
§ 0 | 17. ¡Oh, pues, tú, toque delicado, Verbo Hijo de Dios, que por la delicadez de tu ser divino penetras sutilmente la sustancia de mi alma, y, tocándola toda delicadamente, en ti la absorbes toda en divinos modos de deleites y suavidades nunca oídas en la tierra de Canaán, ni vistas en Temán! (Bar. 3, 22). ¡Oh, pues, mucho, y en grande manera mucho delicado toque del Verbo, para mí tanto más cuanto, habiendo trastornado los montes y quebrantado las piedras en el monte Horeb con la sombra de tu poder y fuerza que iba delante, te diste más suave y fuertemente a sentir al profeta en silbo de aire delgado! (3 Re. 19, 1112). ¡Oh aire delgado!, como eres aire delgado y delicado, di: ¿cómo tocas delgada y delicadamente, Verbo, Hijo de Dios, siendo tan terrible y poderoso? |
§ 0 | 8. ¡Oh admirable cosa, que a este tiempo está el alma rebosando aguas divinas, en ellas ella revertida como una abundosa fuente, que por todas partes rebosa aguas divinas! Porque aunque es verdad que esta comunicación que vamos diciendo es luz y fuego de estas lámparas de Dios, pero es este fuego aquí, como habemos dicho, tan suave, que, con ser fuego inmenso, es como aguas de vida que hartan la sed del espíritu con el ímpetu que él desea. |
§ 0 | Y así, este Espíritu de Dios, en cuanto está escondido en las venas del alma, está, como agua suave y deleitable, hartando la sed al espíritu; y en cuanto se ejercita en sacrificio de amor a Dios, es llamas vivas de fuego que son las lámparas del acto de la dilección y de llamas que arriba alegamos del Esposo en los Cantares (8, 6). |
§ 0 | Y no sólo eso, sino ahogados los gitanos en la mar (Ex. 14, 2728) de la contemplación, donde el gitano del sentido, no hallando pie ni arrimo, se ahoga y deja libre al hijo de Dios, que es el espíritu salido de los límites angostos y servidumbre de la operación de los sentidos, que es su poco entender, su bajo sentir, su pobre amar y gustar, para que Dios le dé el suave maná, cuyo sabor, aunque tiene todos los sabores y gustos (Ex. 16, 1325; Sab 16, 20), en que tú quieres traes trabajando el alma, con todo eso, por ser tan delicado que se deshace en la boca, no se sentirá si con otro gusto o con otra cosa le juntare. |
§ 0 | Pues, cuando el alma va llegando a este estado, procura desarrimarla de todas las codicias de jugos, sabores, gustos y meditaciones espirituales, y no la desquietes con cuidados y solicitud alguna de arriba y menos de abajo, poniéndola en toda enajenación y soledad posible; porque, cuanto más esto alcanzare, y cuanto más presto llegare a esta ociosa tranquilidad, tanto más abundantemente se le va infundiendo el espíritu de la divina sabiduría, que es amoroso, tranquilo, solitario, pacífico, suave y embriagador del espíritu, en el cual se siente robado y llagado tierna y blandamente, sin saber de quién ni de dónde, ni cómo. |
§ 0 | A lo menos lo que de presente el alma podía alcanzar a sentir es un enajenamiento y extrañez, unas veces más que otras, acerca de todas las cosas, con inclinación a soledad y tedio de todas las criaturas del siglo, en respiro suave de amor y vida en el espíritu. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Noche Oscura |
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§ 1.10.4 | Sólo lo que aquí han de hacer es dejar el alma libre y desembarazada y descansada de todas las noticias y pensamientos, no teniendo cuidado allí de qué pensarán y meditarán, contentándose sólo con una advertencia amorosa y sosegada en Dios, y estar sin cuidado y sin eficacia y sin gana de gustarle o de sentirle; porque todas estas pretensiones desquietan y distraen el alma de la sosegada quietud y ocio suave de contemplación que aquí se da. |
§ 2.5.7 | ¡Cosa de grande maravilla y lástima que sea aquí tanta la flaqueza e impureza del alma, que, siendo la mano de Dios de suyo tan blanda y suave, la sienta el alma aquí tan grave y contraria, con no cargar ni asentar, sino solamente tocando, y eso misericordiosamente, pues lo hace a fin de hacer mercedes al alma, y no de castigarla! |
§ 2.7.6 | Mas este pensamiento las menos veces acaece, porque, hasta que está acabada de hacer la purificación espiritual, muy raras veces suele ser la comunicación suave tan abundante que le cubra la raíz que queda, de manera que deje el alma de sentir allá en el interior un no sé qué que le falta o que está por hacer, que no le deja cumplidamente gozar de aquel alivio, sintiendo ella dentro como un enemigo suyo, que, aunque está como sosegado y dormido, se recela que volverá a revivir y hacer de las suyas. |
§ 2.9.10 | Pero veamos ahora cuál sea la causa por que siendo esta luz de contemplación tan suave y amigable para el alma, que no hay más que desear (pues, como arriba queda dicho, es la misma con que se ha de unir el alma y hallar en ella todos los bienes en el estado de la perfección que desea), le cause con su embestimiento a estos principios tan penosos y esquivos efectos como aquí habemos dicho. |
§ 2.20.4 | Este grado es el de los perfectos, los cuales arden ya en Dios suavemente, porque este ardor suave y deleitoso les causa el Espíritu Santo por razón de la unión que tienen con Dios. |
Juan de la Cruz (1542-1591) Otras del mismo a lo divino |
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Juan de la Cruz (1542-1591) Que va por super flumina |
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